Ya no puedo escribir, no quiero,
Se me ha roto el pulgar de tanto caminar ciego...
Entre obras de Goya y gritos, entre las comas y los gatos cerrados,
Esta lágrima que sale de mi ojo izquierdo derrite mis manos, ásperas de rozar muros derruidos y marcados por soldados, escribiré ahora sin orden, con uñas de caballero, sin jazmines...fornicando como un poseso con el pasado y olvidando las nubes que ya no me abrigan, seguiré fumando el olvido como un buen puro de juventud robada, ¡he encontrado una arruga en mi cara! Aquí, junto al sobaco obsceno, junto al pecho caído y frente a tus ojos envenenados. Quise mentirme y mordí mis dedos hasta sacar el hueso, hasta soñar que estaba muerto...tu canción fue una farsa y mi guión un trapecio de cabriolas estúpidas, ahora escribo para pedirme perdón y sentar mis codos junto al fuego que congela mis pestañas y mis fuentes sin agua, ¿eh? ¿Qué dices, poeta? ¿Quieres ver tu reflejo para amargar el aire? Arde brujo, ¡arde! -en los libros ocurre así- y casi puedo sentir que soy un hombre bueno, creo que tenía un corazón en alguna parte entre los despechos y las historias inventadas...yo no soy lo que fui ni seré nunca lo que quise...y sigo hambriento de dolor y ávido de belleza, soy un ladrón de cuerpos, coleccionista de corazones huecos, ya no puedo escribir más...no, ¡no! Se me agota la tinta de los cabellos con los que antes podía trenzar un cielo o ahorcarme sin piedad, sólo me queda el humo de este cigarro amarillo, el humo de los ojos enfermos, los restos de un remolino que antes era un océano. Voy a morir ahora que estoy ya muerto para volver a nacer entre las ruinas de un Velázquez orinado. Mi rostro de cuero. Mi rostro de cuero. Mi rostro de cuero...tú y tus mentiras de amor y yo, yo y mis verdades verdes, mis sinceros aullidos. He perdido un paraíso y la noche me ha vencido, el combate se ha perdido, y ya no quiero comer ni leer ni ser poeta, ni alzarme sobre mis alaridos...no quiero tejados ni verodes ni amplias bibliotecas, silencio, quiero silencio...silencio...quiero silencio...
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